Casualidades, coincidencias y serendipias de la historia by Gregorio Doval

Casualidades, coincidencias y serendipias de la historia by Gregorio Doval

autor:Gregorio Doval [Doval, Gregorio]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Divulgación, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2011-10-13T04:00:00+00:00


Desde el 10 de abril del año 2000, una nueva ley requirió que todos los ciudadanos de Mongolia adoptasen de nuevo un apellido que permitiera posteriormente su identificación. Hasta entonces, los mongoles no tenían apellidos. Mejor dicho, los tuvieron, pero hacía más de ochenta años los comunistas los eliminaron para destruir el sistema de clanes, la aristocracia hereditaria y la estructura de clases. En el año 2000, el nuevo gobierno democrático decidió que los mongoles debían volver a tener apellidos y les puso un plazo para elegirlo. Incluso se publicó un libro, Consejos para apellidos mongoles, donde se les trataba de auxiliar en esta labor. A pesar de ello, más de la mitad de los mongoles escogieron como apellido Borjigin, el del clan de Gengis Kan. A título de curiosidad hay que mencionar la opción que eligió el ministro de defensa del momento, Gurragchaa, un antiguo cosmonauta, el único mongol que viajó al espacio dentro del programa espacial soviético (en la foto, a la derecha). Como no fue capaz de descubrir su apellido ancestral, decidió escoger libremente el de Sansar, palabra mongola que significa «cosmos».

Una noche del año 356 a. C., un pastor prendió fuego, medio siglo después de su construcción, a la cuarta de las Siete Maravillas de la Antigüedad, el Artemision o Templo de Artemisa (o Diana), diosa de la Luna y de la Caza, de Éfeso, ciudad situada a orillas del mar Egeo, en el Asia Menor; un soberbio edificio de mármol blanco de ciento treinta metros de longitud, sustentado por ciento veintisiete columnas jónicas de veinte metros de altura y dos de diámetro cada una. A la entrada del templo se alzaba una estatua de la diosa de cinco metros de altura, esculpida en oro macizo. El motivo que adujo el pastor, llamado Eróstratos, para convertirse en uno de los más famosos incendiarios de la historia no fue otro, precisamente, que inmortalizar su nombre. Este incendio, según la leyenda, ocurrió precisamente la misma noche del nacimiento en Macedonia de Alejandro Magno.



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